El limonero de Bennasar
Tengo un huerto, realmente no, en la ficción. Dentro del huerto, un limonero, bueno, ciertamente, el huerto se limita al limonero, no hay más. El limonero está cargado de limones todavía verdes. Tan cargado como nunca había visto uno de cargado.
viernes, 19 de junio de 2015
Es que
-Es que, mira, si me las gastas todas ya no tengo- dice una niña de tremendos ojos azules o verdes y una nariz muy respingona con una mirada profunda a diez centímetros de la cara de otra niña. Lo dice con la mirada de quien dice algo importante.
Menos importante es que ambas llevan los patines puestos, que la niña de ojos verdes o azules lleva una bolsa de lacasitos y que habla perfectamente español y otro idioma que podría ser rumano.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Los mosquitos
Aquella noche en la Albufera dormimos en una tienda de campaña. Por la mañana verificaríamos lo que ya habíamos percibido por la noche, la habíamos plantado junto a un humedal. Al poco de instalarnos en los sacos de dormir descubrimos que el número de habitantes de la tienda era muy superior a lo previsto, docena y media de mosquitos compartían nuestro reducido espacio.
A manotazos redujimos considerablemente la población pero este proceso nos acercó a las 4 de la mañana. Para paliar esta situación me fumé un porro. Pedro no fumaba desde que un día, fumado, se cayó en bloque de espalda, como solo pasaba en los tebeos.
Entre manotazo y manotazo fui descubriendo cosas importantes tales como que no tenemos cinco sentidos sino seis; las razones físicas de la levitación; si James Joyce de habérsele ocurrido habría incluido en su Ulises sensaciones físicas de la imaginación y como podría haber hecho para transmitírselo a los lectores; como el pensamiento se divide en dos uno que explica y el otro que escucha; el mecanismo del proceso del almacenamiento de datos por la memoria; etc, etc
Precisamente de esta última explicación poco puedo hablar porque fue la que me ayudo a superar la situación de desvelo. De las demás tampoco.
lunes, 23 de junio de 2014
La plantación?
En la casa de campo que posee mi familia en Extremadura y que prácticamente solo yo utilizo, paso los veranos en compañía de mi gato, único mamífero que se atreve a convivir conmigo.
La casa es tan pequeña que no existe un cuarto de baño digno de tal nombre y el lavabo es tan estrecho que para afeitarme prefiero salir al bosque; saco un cable eléctrico por la ventana y coloco un espejo en el hueco de una de las muchas encinas que hay por detrás. Naturalmente los pelillos que salen de la máquina caen junto a la hojarasca y no tengo que barrer la casa ni lavar la mierda de lavabo.
Este año he empezado las vacaciones casi dos meses antes por una reestructuración laboral que no viene al caso, con lo que su inicio rayaba la primavera, a pesar de ello la temperatura era excelente.
Tras acondicionar la casa, tarea poco grata, quise descansar leyendo entre las encinas. Cual no sería mi sorpresa cuando descubrí que en el bosque había un sinfín de enanos minúsculos, barbudos y adamitas, vamos... en bolas.
Al instante comprendí el origen de tan extraña colonia. Lo que no llegue a entender fue porque eran tan bajitos.
lunes, 10 de marzo de 2014
Ilusión
He recibido la fuerte sensación que la vida no tiene sentido, bueno, eso es algo bastante corriente, pero también que si en algún momento lo tiene, es una ilusión. Igual que esta sensación que he recibido,
miércoles, 13 de febrero de 2013
La no relación
Difícil es cuantificar y relatar una relación, cualquier
relación, mucho más una no relación, la no relación no existe porque siempre es
y se convierte en una relación aunque se manifieste en ausencia de palabras y
todo se reduzca a miradas y expectativas o a miradas y no expectativas o
incluso a no miradas y no expectativas.
Todo empieza en un colegio por la coincidencia a la espera
de y en la salida de los niños, no todos los días porque hay días que unos
salen a las cuatro y otros que salen a las cinco dependiendo de las actividades
extraescolares y por tanto los que esperan no siempre coinciden en su espera en
el tiempo, por supuesto sí en el sitio pero eso no cuenta porque se trata de la
relación, por un lado, del padre de un niño de ocho años, un padre felizmente
casado, por horarios siempre es él el que va a buscar al niño. En el otro lado
de la relación no relación está la que es casi una niña de dieciséis años que
va a buscar a su hermana seguramente adoptiva porque es oriental, de seis años
y de una gran belleza, exótica para nosotros. Su hermana, la que va a buscarla,
la de dieciséis años también es enormemente bella, su cuerpo todavía presenta
aspectos de adolescencia. Todavía hay otra belleza en la familia, objetivamente
la más guapa de las tres, la hermana mayor, ésta ya más madura y de unos
diecinueve años. La belleza parece ser una constante de familia que afecta
incluso a la hermana adoptiva, quizás no sea adoptiva sino de la segunda mujer
o del segundo marido y del mismo padre o madre.
En cuanto a la relación es muy sencilla, se basa en miradas,
miradas por parte del padre y nunca correspondidas por la hermana pero si
percibidas aunque no lo demuestre. La mayor si parece enterarse más, sin
embargo, básicamente las miradas no van dirigidas a ella.
Pasa un año o un curso, las cosas vuelven a retomarse con
algunas diferencias, ahora sólo viene la mayor a buscar a la pequeña. El padre
del niño, por otra parte a la hora de ir a trabajar, camino del autobús empieza
a encontrarse a la mediana, todos los días en principio, a la misma hora, casi
en el mismo sitio, así que el padre se afana para ser puntual. Al cabo de tres
semanas, las veces que se cruzan empiezan a espaciarse. El padre observa como éstas
van coincidiendo con las que se retrasa un poco y entonces deliberadamente
comienza a retrasar su salida, si antes salía exactamente a las siete cuarenta ahora
lo hace a las siete cuarenta y tres. Poco a poco nota que ella va retrasando un
poco más la salida y se la encuentra, solo visualmente, al llegar a una
bocacalle ella avanza hacia él, ahora solo puede mirarla con cierto descaro y
no como por casualidad y el termino de cierto lo puedo decir porque puede
simular como que mira a ver si viene un coche, cuando por esa calle raramente
pasan coches. El padre comienza a sospechar que ella le tiene miedo aunque no
lo demuestre salvo en el hecho de retrasar su salida quizá para no coincidir. De
nuevo gira la relación, todavía la encuentra alguna rara vez aunque vuelva a la hora de salida de las siete cuarenta.
Ahora la relación es sin palabras, sin expectativas y sin miradas.
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