miércoles, 9 de mayo de 2012

El relato de un relato


Esta noche casi no ha dormido. No ha dormido porque esta noche ha inventado el más inteligente microrelato o quizás, pensándolo bien, el mejor  relato breve o incluso relato a secas, de la historia de los relatos.

             Desgraciadamente es de tal complejidad que sólo puede vislumbrarlo.

            Cuando se ha dado cuenta de que sólo puede vislumbrarlo, ha tratado de rescatar los restos escribiéndolo. Para ello, a las tres y media de la madrugada, ha ido a por su cuaderno y un bolígrafo y se ha puesto a escribir con la mala fortuna  que a las cinco palabras el bolígrafo deja de escribir, que él cree que no escribe porque está escribiendo en la cama con el cuaderno hacia arriba, con lo que al bolígrafo no le llega, como quien dice, la sangre a la cabeza, pero, resulta que no, que es que se ha acabado. Coge un segundo bolígrafo y éste está acabado de antemano. Se levanta y va a su especie de bolso donde sabe que tiene varios, el tercero está descabezado y ponte a buscar la cabeza a las tres y media de la mañana, y por fin un cuarto con el que sí consigue escribir.

            Resulta que en el relato que se estaba gestando en su cabeza en forma de sueño, con lo cual  no se sabe siquiera si tiene mérito, o sea que en el sueño él estaba leyendo  un relato no suyo en la ficción del sueño, pero suyo en cuanto a que es su sueño, de esos que no sabes que estás leyendo hasta bien avanzado el relato, aunque si sabía que hablaba del fin del mundo o bien hablaba de la muerte de Cristo, eso no lo puede recordar. Lo que para él lo hacía muy inteligente era que la muerte o destrucción estaba basada en una secuencia imparable de acontecimientos basados en la lógica y sólo hacia, por decir un número,  hacia el cuarenta acontecimiento te das cuenta de lo que estás leyendo y descubres el resto porque es un acontecimiento del inconsciente colectivo desmembrado en miles de subpartes, En medio del sueño descubre cual es la solución pero solo un instante porque es tan complejo que se le va inmediatamente de la cabeza, pero ese instante es suficiente no sólo para ver la solución sino también para ver que es muy inteligente.

             Tal relato lo ha tenido al alcance de su mano y ha dejado que se le escurriese de la mente, ¡para desesperarse! Para colmo cree que si pensase mucho podría reencontrarlo, pero solo es una ilusión.

             Tras  rescatar al papel todo lo que recuerda, decide volver a dormir. Buenas noches.

           Vuelve a escribir porque descubre que el relato tiene forma de esfera y está compuesto de trescientos sesenta pasos y como ya dije sólo cuando llevas unos cuantos te das cuenta por donde vas y hacia donde vas y cree que una de las razones de saber a donde vas se debe a que el relato forma parte de una serie de relatos monotemáticos sobre la destrucción del mundo o la muerte de Cristo, que todavía no consigue desvelar cual de las dos es, siendo la estructura la que es desigual y que ni siquiera entiende como siendo ateo puede confundir un tema con otro.

          Y todo porque tenía calor en la cama. Tras escribir todo esto se quita ropa para poder dormir, aun a sabiendas de que se esta desprendiendo de su creatividad. Sin embargo aumentan  las posibilidades de dar al relato un toque erótico al notar la desnudez de su piel y tras un invierno tan largo. No así dadas sus condiciones de edad, sesenta y ocho años, edad en la que convencionalmente eso está excluido aunque no lo esté en el sentimiento. Y ahora sí se duerme con un cierto regocijo en el corazón.




1 comentario:

  1. La pesadilla de cada escritor despierto. A mi se me ocurren los mejores relatos en las peores situaciones. Cuanto relato habrá por ahí huérfano.

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