Emilio pensaba que para mear era
necesario poner cara de placer, y nunca dejaba de practicar tan extraño
protocolo.
Manuel no iba a
ser menos y ponía cara de placer al
hacer pis, pero él la incrementaba con caras feas y gestos exagerados y
ridículos para hacerse risa. Nunca intento averiguar si los demás hacían lo
mismo.
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